Las Escrituras dicen que nuestra fe, nuestra vida y también nuestra familia deben estar
cimentadas en el poder de Dios. Para que nuestra casa sea bendecida necesitamos poner como base La Palabra de Dios. La Biblia dice: "El que empezó la buena obra en nosotros, será fiel en
terminarla"; así que podemos estar seguros que nuestra casa alcanzará los planes
que El Señor ha hecho para nosotros.
Cuando en términos constructivos hablamos de los
fundamentos, nos referimos a las bases que se deben montar antes de levantar un
edificio. Así también sucede en el plano espiritual. Y el mejor arquitecto es nuestro Dios, quien pondrá los
cimientos correctos para afirmar nuestra casa.
Debemos reconocer que, siendo Dios el principal arquitecto, en algún
momento nos ha dado participación como colaboradores de la construcción de
nuestra casa.
En las escrituras se habla que cuando fue construido el universo,
la sabiduría desempeñó un papel muy importante, porque vino a representar una
especie de arquitecto dentro de todo lo que Dios construyó, porque estaba con Él.
(Salmos 127:1-2 LBLA) "Si el
SEÑOR no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el SEÑOR no
guarda la ciudad, en vano vela la guardia. Es en vano que os levantéis de
madrugada, que os acostéis tarde, que comáis el pan de afanosa labor, pues El
da a su amado aun mientras duerme".
Debemos tener presente que pese a que podemos
ser buenos edificadores, Jehová es el mejor, quien no edifica con nosotros,
sino que, somos nosotros los que edificamos con Él. Porque sin Su presencia
nuestro esfuerzo y dedicación serán en vano. Nosotros sí tenemos que participar
en la edificación de la casa, pero si no viene acompañada del auxilio de
nuestro Dios, no tendrá buen fundamento; por lo tanto, no permanecerá la
edificación porque cualquier viento o río la devastará.
Para poner los cimientos
adecuados en la casa, tenemos que invitar a nuestro Dios para que desde el
principio esté con nosotros guiándonos por medio de Su Santo Espíritu.
El versículo anterior nos deja claro que si
logramos que El Señor edifique nuestra casa, todo nuestro esfuerzo será
potencializado.
('Edificar en hebreo') = H1129 בָּנָה
baná raíz primaria; construir (literal y figurativamente):-albañil, canterón,
poner cimientos, construir, edificador, edificar, edificio, fabricar,
fortificar, hacer, tener hijo, labrar, levantar, maestro, obra, poner, prosperar,
reedificar, reparar, restablecer, restaurar.
Es seguro que en medio de la congregación
existen parejas que están iniciando la edificación de su casa en medio del
ámbito cristiano, lo que hace que su fundamento sea El Señor; pero también es
seguro que existen familias que iniciaron su matrimonio sin la ayuda del Señor,
haciendo que los fundamentos no estén bien construidos, permitiendo con ello
que el hogar se derribe. Sin embargo, La Palabra nos deja ver que
"edificar" también se puede traducir como reparar o restaurar por
medio del poderoso edificador: nuestro Señor Jesucristo, porque si nuestra casa
está destruida, en el bendito Nombre de Jesús, Él puede deshacer y hacer todo
de nuevo.
En ocasiones, se hace la relación del Señor como
un alfarero, donde nosotros somos como el barro, que si en algún momento de
nuestra vida no estamos siendo construidos conforme a lo planeado, nos deshacen
para hacernos de nuevo según Sus planes. Si no hemos visto perfección en
nuestra casa, llevémosla hasta El Señor para que nos ayude a deshacerla y "HACERLA DE NUEVO" (o sea, restaurarla).
PONER CIMIENTOS
Cuando La Palabra nos habla de "baná"
se está refiriendo de poner cimientos. En el versículo que vimos anteriormente,
la palabra "casa", en el original idioma hebreo (H1004) se traduce
como "bayit", que específicamente se refiere a la palabra
"familia"; de aquí podemos entender que cuando se habla de la
edificación de una casa, no se está hablando de una casa material, sino
específicamente de la familia. Cuando ponemos cimientos en un hogar, debe ser
de forma preventiva, porque si alguien no puso cimientos en su familia,
seguramente le tocará vivir las consecuencias; por eso mismo, El Señor nos
enseñará en el presente estudio, los fundamentos que debemos poner a nuestra
casa.
EDIFICAR SOBRE LA TIERRA
(Lucas 6:49 LBLA) Pero el que ha oído y no ha hecho nada, es
semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin echar cimiento; y
el torrente rompió contra ella y al instante se desplomó, y fue grande la ruina
de aquella casa.
Vemos dos cosas en éste versículo: primero, que
el hombre edificó su casa sin echar cimiento, y segundo, que edificó su casa
sobre la tierra. En consecuencia, para edificar una familia no se debe poner
cimientos sobre la tierra; es decir, no se debe edificar sobre principios
terrenales, sino sobre fundamentos eternos y espirituales. Posiblemente, cuando
iniciamos la edificación de nuestra casa lo hicimos sobre fundamentos o
consejos terrenales, los cuales no nos conducen a un buen lugar, sino por el
contrario, nos llevan a derribar nuestra casa.
PONER CIMIENTOS SOBRE EL POLVO
"¡Cuánto más a los que habitan en casas
de barro, cuyos cimientos están en el polvo, que son aplastados como la
polilla! "Entre la mañana y la tarde son hechos pedazos; sin que nadie se
dé cuenta, perecen para siempre. "¿No les es arrancada la cuerda de su
tienda? Mueren, mas sin sabiduría." (Job 4:19-21 LBLA)
En éste versículo, se menciona que el personaje
sí puso cimentos, pero lo hizo sobre el polvo. Edificar una casa sobre el polvo
significa que fue construida sobre el humanismo, que representa las cosas
efímeras y pasajeras, que cualquier viento las rompe y se las lleva, así mismo,
identifica inestabilidad.
EDIFICAR SOBRE LA ARENA
Y cayó la lluvia, vinieron los torrentes,
soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había
sido fundada sobre la roca. Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone
en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la
arena; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y
azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción. (Mateo 7:25-27
LBLA)
En estos versículos del Libro de Mateo, existe
otro fundamento que no se puede usar para edificar una casa: la arena. En los
dos ejemplos de personas que expone Jesús, la diferencia reside entre el hombre
insensato y el prudente; porque el primero edificó su casa sobre la arena y el
segundo sobre la roca, y en ambos casos son golpeados por los mismos enemigos:
las lluvias, vientos y ríos, la diferencia es que una perece y la otra
permanece. La importancias de tener un buen cimiento, es que aunque vengan las
lluvias, ríos y soplen los vientos que golpean nuestra casa, no perecerán sino
permanecerá firme, asidos a la Roca Eterna de nuestra Salvación: Cristo. El
Señor Jesucristo no nos dice que si fundamos nuestra casa sobre la Roca no
vendrán adversidades, pero si nos promete que no pereceremos sino que
permaneceremos firmes.
Por tanto, así dice el Señor DIOS: He aquí,
pongo por fundamento en Sion una piedra, una piedra probada, angular, preciosa,
fundamental, bien colocada. El que crea en ella no será perturbado. (Isaías
28:16 LBLA)
En éste pasaje de la Biblia se nos habla de
cinco características:
1) La piedra probada
2) Piedra angular
3) Piedra preciosa
4) Fundamental
5) Bien colocado
No podemos edificar sin la piedra angular y
principal: nuestro Señor Jesucristo, porque cualquiera que fundamente sobre esa
piedra no será perturbado. (1 Pedro 2:6)
Si ponemos al Señor Jesucristo como la piedra
principal en la edificación de nuestra casa y nuestra familia, es seguro que no
seremos avergonzados, porque La Palabra dice que los que confían en Jehová no
serán avergonzados ni objeto de burla.
Piedra Angular.
Edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular...
(Efesios 2:20 LBLA)
Dios es bueno y misericordioso, quien siendo la
piedra principal nos deja la oportunidad para que otros podamos ser fundamento,
permitiendo que juntos con Él edifiquemos nuestra casa, pese a que sabe que
cometeremos errores, pero su propósito es enseñarnos por eso permite que seamos
colaboradores.
Cuando el Apóstol Pablo en la Carta a los
Efesios habla del fundamento de los apóstoles y profetas, se refiere al Antiguo
Testamento (profetas), y Nuevo Testamento (apóstoles), siendo La Palabra de
Dios un fundamento necesario para que podamos edificar nuestra casa.
A continuación conoceremos algunos elementos que
nos pueden ayudar a edificar correctamente nuestra casa:
SABIDURÍA
Con sabiduría se edifica una casa, y con
prudencia se afianza... (Proverbios 24:3 LBLA)
La mujer sabia edifica su casa, pero la necia
con sus manos la derriba. (Proverbios 14:1 LBLA)
Una edificación por hermosa que parezca, si no
tiene un buen fundamento, perecerá. Cuando se construyó
el universo, uno de los arquitectos colaboradores de Dios fue la sabiduría;
entonces, si queremos edificar nuestra casa le tenemos que dar un lugar
directamente a nuestro Señor Jesucristo y El, quien es grande en misericordia,
nos dará de Su Sabiduría.
INTELIGENCIA
Con sabiduría se construye la casa, y con
inteligencia se ponen sus cimientos... (Proverbios 24:3 DHH)
Existe una inteligencia natural que El Señor nos
concede y que tiene que ver con los asuntos terrenales, pero la verdadera
inteligencia es apartarse del mal. Por lo consiguiente, cuando hablamos de
inteligencia, estamos hablando de la inteligencia que proviene del Espíritu de
Dios, que nos servirá también para edificar los fundamentos de nuestra casa.
Es inteligente mantenerse apartado del mal (Este concepto debe estar en casa).
No meterse en cosas "raras"; no participar de maldad; no andar en cosas "turbias"...
ORDEN
Ordena tus labores de fuera, y tenlas listas
para ti en el campo; y después edifica tu casa. (Proverbios 24:27 LBLA)
En el reino de Dios, el orden de los factores sí
altera el producto, y en las escrituras, si nos ponen un orden, es necesario
apegarnos a él, si obviamos ese principio, seguramente no estaremos edificando
correctamente. Nuestro trabajo debe ser ordenado donde le corresponda: el que
es secular en lo secular y el de casa, en casa, con lo cual podremos dedicarnos
a nuestra familia en el orden de Dios; porque uno de los desordenes que a veces
presenta nuestra casa es que llevamos trabajo secular a nuestra casa, y lejos
de ponerle atención a nuestra familia, nos dedicamos a trabajar; en resumen, si
no arreglamos nuestros negocios en la calle, no estaremos contribuyendo a
construir nuestra casa, porque Dios nos demanda a que seamos ordenados al
administrar y organizar nuestras tareas y nuestro tiempo.
JUSTICIA
Ay del que edifica su casa sin justicia y sus
aposentos altos sin derecho, que a su prójimo hace trabajar de balde y no le da
su salario. (Jeremías 22:13 LBLA)
Este versículo nos sirve para comprender que la
justicia y el derecho van de la mano, y un significado común entre ambos es la
igualdad. Si nos examináramos y tuviéramos que juzgar nuestro proceder y
observar si somos justos, no serviría de mucho, porque de algún modo el juicio
en ese caso tendría que ser por parte de los que nos rodean, es decir, le
correspondería a nuestro cónyuge e hijos. En La Biblia vemos claros ejemplos de
padres que cometieron injusticia en sus hogares, lo cual puede traer fuertes
repercusiones en una casa. Una de estas casas fue la de Jacob, quien hizo
túnica de colores para su hijo menor: José, y no así para el resto de sus
hijos. Para poder edificar adecuadamente debemos aplicar la justicia y el
derecho en nuestras acciones, siendo el máximo ejemplo de una buena conducta
para nuestra vida: Dios.
La justicia y el derecho son el fundamento de
tu trono; la misericordia y la verdad van delante de ti. (Salmos 89:14 LBLA)
Cuando Dios edificó Su trono, los fundamentos
que utilizó fueron: la justicia y el derecho. Siendo Él nuestro Dios y el
perfecto edificador, tenemos que aprender de Él y utilizar como fundamento de
nuestra casa estos dos elementos.
SIN VIOLENCIA Y SIN SANGRE
¡Ay del que edifica una ciudad con sangre y
funda un pueblo con violencia! (Habacuc 2:12 LBLA)
Podemos entender que no debemos edificar con
sangre, ni fundar con violencia; sino, con el elemento que se llama paz,
edificaremos adecuadamente.
AUTORIDAD
Pues aunque yo me gloríe más todavía respecto
de nuestra autoridad, que el Señor nos dio para edificación y no para vuestra
destrucción, no me avergonzaré, (2 Corintios 10:8 LBLA)
La autoridad es un arma de dos filos que Dios
nos ha conferido, y somos responsables de cómo utilizarla, pero si no hacemos
buen uso de ella, el resultado no será bueno. El Apóstol Pablo era el
arquitecto de la Iglesia y tenía autoridad para disciplinar al pueblo; sin
embargo, Él renuncio a los derechos que tenía como tal, por ejemplo: pedir
ofrenda. La autoridad nos servirá para edificar y no para abusar y destruir a
quienes tenemos a nuestro alrededor.
PAZ
"He aquí, te nacerá un hijo, que será
hombre de paz; yo le daré paz de todos sus enemigos en derredor, pues Salomón
será su nombre y en sus días daré paz y reposo a Israel. (1 Crónicas 22:9
LBLA)
Salomón sería un hombre de paz a quien El Señor
le confió la edificación de Su templo.
El propósito de La Palabra del Señor no es
acusarnos ni condenarnos, sino, darnos la oportunidad de que por medio de Su
Santo Espíritu, corrijamos lo que hemos hecho mal.
Baná significa reparar y
restaurar; por lo tanto, si hemos identificado que nuestra casa ha sido
cimentada sobre la arena, el polvo o la tierra, El Señor Jesucristo en Su
misericordia pondrá el cimiento sólido para que soporte los embates del
enemigo; porque si la piedra principal no habita en nuestra casa, es imposible
que permanezca firme. Existe una promesa que dice: "...cree en El Señor
Jesucristo, y tú y tu casa serán salvos..."; aferrándonos a esa Palabra,
debemos permitirle al Señor que nos restaure primeramente a nosotros, para que
luego nosotros guiados por Su poderosa mano, lo podamos hacer con nuestra
familia.